Es difícil entender cómo se mantienen y gestionan las relaciones afectivas a través de la tecnología, mediadas como están por algoritmos y tergiversadas por las vistas y visitas reales o encubiertas. Es un mundo en apariencia festivo, pero si te fijas bien, inhóspito y desangelado. Se nos queda corto a los del siglo pasado, que nos enamoramos a través de los dispositivos analógicos, que preferimos tomarnos algo con alguien mientras charlamos tranquilamente. Somos anticuados, encontramos ciertos problemas en entender cómo funciona emocionalmente esto de las redes ¡por no hablar de los grupos de WhatsApp! Aún recuerdo con crudeza mi primera noticia de una muerte importante“a golpe de WhatsApp”, de recibir o no saber cómo responder a un pésame en un mensaje de texto con una carita. ¡Nos están aniñando adrede!
Sin embargo, hay gente que no sabes por qué tiene magia y traspasa las barreras virtuales, que tiene la potencia de un rayo cósmico para atravesar la tecnología y hacerse sentir cercana, que la ves brillar de forma muy humana sin necesidad de llevar un foco puesto encima todo el santo día.
Con una timidez desorbitada y el disfraz de hombre duro, él sabía hacer que los demás se sintieran bien. ¡Qué grande! Fuiste único ¡tanto! que te estuviste despidiendo sin que nos enterásemos, con una sonrisa, y muy cariñoso ¡tanto! que siempre estabas ahí para todos, haciendo un guiño enviando un corazón. D.E.P. Jesús Orbea
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