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Saturday 25 December 2021

El belén del yayo

 Anoche mi hermana me envió unas fotos y un vídeo donde salían los que pudieron reunirse con mamá a pasar la Nochebuena. Yo estaba rara, no estaba conforme, había algo que faltaba en aquel vídeo de WhatsApp que vi muchas veces. Y no era simplemente la presencia de ellos por allí cerca.

    Esta mañana de Navidad, al abrir los ojos, he entendido que lo que eché en falta era el belén del yayo, ese que comenzó con el portal que conservábamos con las mismas figuras de los años setenta y que en un principio estaba sobre el taquillón. Al abrir la puerta, se encendían automáticamente las luces de la entrada y se accionaba el radiocasete con la cinta de los villancicos. Aquel belén navideño primigenio, mejorado con la tecnología incorporada, sirvió para ganar un concurso de belenes que organizó el supermercado del barrio. El jurado vino a casa y quedó gratamente impresionado por las luces inesperadas y la música que sobresaltaba a las visitas en el mismo instante de abrirse la puerta. En aquella iluminada y estruendosa escena navideña, porque los villancicos había que escucharlos “a todo trapo”, abundaban los animales, que al parecer procedían de un conjunto de figuras de algún juego de una granja. Efectivamente, existían más figuras animales que humanas: gallinas, cerdos, patos, borriquillos, aves de corral..., hasta se podía ver algún ejemplar de cebra rallada o rinoceronte bebiendo del río de papel de aluminio.

    La decisión de cambiar de lugar el belén vino precedida de varios atentados infantiles, de los que mi propio hijo, que fue testigo de los mismos comienzos del belén "animalado", fue protagonista, no lo niego. Pero la verdadera razón de cambiarlo de sitio fue una Nochebuena en la que, definitivamente, desde la mesa del taquillón donde se accedía al pasillito estrecho que conduce a la cocina, cada uno que pasábamos por allí por lo visto según mi madre nos dedicamos a “arrearle un meneo”, de forma que al final de la noche quedó hecho un desastre. El lugar elegido para el traslado durante la siguiente Navidad fue un rincón que resultó ser ideal. Cuando se acristaló el balcón del salón, se descubrió que la esquina izquierda era un sitio magnífico para ubicar nuevamente el belén. Allí, en ese rinconcito, el belén se irguió como un jardín vertical, sobre unas rocas en pendiente con su musgo, nieve, palmeritas y vegetación baja.

    El yayo era el artífice del belén, pero Mª Jesús, como la tía preferida, aportaba muchas ideas ayudando en su diseño y expansión. La escena vintage de la natividad de toda la vida ocupaba el lugar central, aunque la cara de san José estuviese desdibujada y se hubiese desconchado el manto de la virgen. El nacimiento estaba a media altura, entre el cielo y la tierra, lejos del alcance de los niños y niñas que comenzaban a ir en imparable aumento, como las figuritas que se incorporaban al belén. Lo más extraordinario que recuerdo es cuando se incorporó agua real al nacimiento. El motor de un viejo exprimidor servía para accionar la bajante del agua que se recogía en un cubo pequeño debajo de la mesa y volvía a recorrer el curso de un río salpicado de puentes con sus lavanderas hacendosas cerca de una de las orillas. Cuando vi aquel prodigio de ingenio, entendí que el yayo y Mª Jesús eran belenistas profesionales, capaces de dar vida a aquel rincón mágico donde nos quedábamos embelesados con los peques descubriendo todos los detalles.

    Hago recuento de mis paseos con papá la última Navidad en la que, efectivamente, también puso el belén en casa. Una mañana gélida, como lo son todas en Albacete durante el mes de diciembre, llegamos a una iglesia del barrio de la estación para ver el belén que había ganado no sé qué premio. Tuvimos que llamar al sacristán para que nos abriera. Encendió amablemente la luz de la iglesia y poco a poco fue iluminando y poniendo en acción todos los sectores de aquella preciosidad de Belén. Íbamos cogidos del brazo, descubriendo y disfrutando juntos. Ahora que lo pienso, yo sigo siendo la niña que vio cientos de belenes con el yayo durante muchos años. Por eso entiendo que lo que eché de menos anoche en ese vídeo que me envió mi hermana es precisamente que no estaba el rincón del belén del yayo.  


Sunday 19 December 2021

¿De qué está hecho el miedo?

 


                                                Para quien tiene miedo, todo son ruidos (Sófocles)


El miedo está hecho del recuerdo de luchas antiguas,

de huidas que imaginamos imposibles, de incertidumbres.


El miedo está hecho de barro: se queda húmedo entre los dedos,

se seca en los tacones de tus botas. Lo enfanga todo.


El miedo es asesino silencioso de la mente,

ladrón de mi yo, agorero de la desesperanza.


Porque tengo miedo hasta de tener miedo.


El miedo me convirtió en asesino de mis propios anhelos,

en policía de mis hermanos.


El miedo se acabó cuando solamente yo elegí no tenerlo.

Entonces, convencí a mi fantasía para que no se desbocara.


Esperé a que el miedo llamara a mi puerta

y cuando la abrí, vi que no había nada.


Aprendí a convivir con él.

Lo acepté y me permitió seguir adelante.


Desde aquel momento, soy una persona libre.


Sunday 12 December 2021

A propósito de Thanksgiving


Seis estados norteamericanos han sido azotados por distintos tornados desde el pasado viernes: Arkansas, Illinois, Kentucky, Missouri, Mississippi y Tennessee. La fuerza de la naturaleza es imparable. Ignoramos si estos fenómenos meteorológicos son consecuencia o no del cambio climático. Somos insignificantes frente a ellos, igual que estamos sujetos a nuestro entorno y resultamos ser casi siempre producto y/o víctimas de la acción del hombre sobre el hombre y la naturaleza.

En 1995, Robert Proctor e Iain Boal acuñaron el término agnotología para describir la producción estratégica y deliberada de la ignorancia. Porque, aunque nos parezca una contradicción, la ignorancia es poder. Una de las mejores formas de sembrar la agnotología consiste en hacer que sea más fácil acceder al contenido dudoso y conspirativo que al material científico. La población joven de menos de veinticinco años utiliza YouTube como principal motor de búsqueda cuando buscan información. Estamos hablando de los estudiantes de secundaria y universitarios. Por supuesto, utilizan también Google y redes sociales. Saben encontrar mucha información sin saber con exactitud ordenarla, sintetizarla o sencillamente qué es lo más relevante.

Muchos científicos, expertos y ciudadanos estamos experimentando una sensación colectiva de que nos están haciendo “luz de gas” en todo momento: el término proviene de la película Gaslight (1944) en la que el abusador de una relación desestabiliza intencionadamente el sentido de la realidad de la otra persona. Hablamos de desvirtuar adrede la historia, de desmantelar el conocimiento científico.¿Qué pasa cuando la creación de falsedades se convierte en una estrategia de quienes ostentan el poder? Entonces la agnotología o la duda y la ignorancia culturalmente inducida sobre todo con la publicación de datos que son falsos se convierte en herramienta de opresión de quienes ostentan el poder.

El cuarto jueves de noviembre es sinónimo en Estados Unidos de desfiles, mucha comida y fútbol americano. El Día de Acción de Gracias (Thanksgiving) es una fiesta nacional celebrada cada año en Estados Unidos y Canadá, quienes festejan la cosecha y otras bendiciones con una comida tradicional que incluye pavo relleno, patatas, arándanos y pastel de calabaza. Los estadounidenses creen que se basa en una fiesta de la cosecha de 1621 compartida por los colonos ingleses, conocidos como peregrinos, de Plymouth y la gente de Wampanoag.

La relación con las tribus indias no fue muy edificante. La biografía de Hugh Glass, que procedía de padres probablemente irlandeses-escoceses, explorador y hombre de la frontera estadounidense así nos lo confirma. Glass se dedicaba a la caza y al comercio de pieles y se hizo famoso a partir de una leyenda según la cual sobrevivió a un terrible ataque de una osa grizzly. El actor Leonardo DiCaprio recrea su hazaña en la película El renacido /The revenant (2015) Los hombres que quisieron buscar la ruina de este pawnee honorario -tuvo un hijo con una nativa pawnee y sabía hablar la lengua caddoana- trataron de hacer luz de gas con el trampero. Afortunadamente, no lo consiguieron y este se las arregló para sobrevivir y vengarse por el asesinato de su hijo.

Ignoramos el hecho de que la verdadera historia del Thanksgiving involucró una sangrienta conquista y masacre de indios que se negaban a entregar sus tierras a los invasores. Aproximadamente un millón de nativos americanos de entre los dos millones y medio que quedan hoy en día, residen en algunas de las 310 reservas que existen en la actualidad y que demuestran la existencia de un mundo paralelo. En Oakland (Oklahoma) los pawnee, que vestían con piel y plumas de animales, comparten reserva con los otoe, peoria y tonkawa.

El Día de Acción de Gracias es una fiesta nacional que se celebra todos los años en Estados Unidos y Canadá y que es particularmente rica en leyendas y simbolismos. Esta celebración fue especial este 2021 porque es su aniversario 400. La historia oficial cuenta que los nativos americanos de Wampanoag ayudaron a los primeros colonos europeos de Plymouth a sobrevivir en el Nuevo Mundo a pesar de las condiciones ¿Es esa la historia real de este día o preferimos ser ignorantes al respecto?. En Europa es suficiente quizá con saber que es una fiesta que marca el comienzo del Black Friday y las ofertas prenavideñas.

En el cuarto centenario de la cena con los colonos ingleses que originó la fiesta estadounidense, los Wampanoag, que sobreviven en la costa de Massachusetts, hoy en día luchan por dar a conocer la historia real de aquel encuentro y sus devastadoras consecuencias. Los nativos americanos conmemoran en esa fecha su Día Nacional de Luto manifestándose en lugares como Boston y Mashpee dejando imágenes que nos dan que pensar.

Igual necesitamos de los zarpazos de la ignorancia (violencia, intolerancia y pérdida de valores como el respeto y la dignidad) como las zarpas de la osa que atacó a Hugh Glass/Leonardo DiCaprio para aprender a darnos cuenta de la importancia de pararse a pensar de forma crítica sobre las cosas que ocurren, y sobre todo, cómo acontecen y por qué de esa determinada manera.  

Wednesday 8 December 2021

Lo que deberíamos saber

Este fin de semana de puente sin grandes viajes nos hemos escapado a la miniserie The Undoing (2020). Ver a Nicole Kidman, ese metro ochenta de mujer tan bien aprovechada, tan fina y además, maravillosa actriz -no puedes quitar los ojos de ella- vistiendo prendas inolvidables mientras camina por el Central Park y las calles colindantes ya vale la pena por sí mismo. Poder visitar esas casas que nunca habíamos podido imaginar que existieran en Nueva York donde el colorido de las paredes, los suelos y las piezas de mobiliario están en consonancia con las vidas que llevan sus moradores. Visualmente es una serie fantástica, como muchas otras.

Y la historia... La historia se repite una y otra vez en muchas otros relatos de violencia de género. La realidad en ocasiones supera a la ficción. Ayer me desperté del pestañeo de siesta en el sofá aterrorizada con los detalles de la noticia de la violenta muerte a cuchilladas de Cristina Blanch Mortes, la última víctima de la violencia de género, a manos de su novio, Alberto L.H., profesor de criminología, ética y no sé qué otras cosas en la Universitat de València. Compartían vivienda en el barrio de L'Eixample de Valencia donde fue la madre de Cristina la que la encontró. A pesar de que los detalles de cómo se cometió un asesinato muchas veces lo dicen todo, no voy a entrar en el caso de Cristina. Es sórdido y triste. Pero sí que hay que hablar de ella. Era una chica muy brillante y preciosa ¿Cómo no advirtió señales?. Sabiendo más puede ser que estemos más cerca de erradicar de una vez por todas esta lacra que nos está minando la moral.

Lo que me desconcierta de la violencia de género es cómo personas normales y corrientes llegan a ese extremo salvo que ya fueran siempre así y nunca se les hubiera desenmascarado.

En un curso por zoom sobre salud mental con motivo del 25N se habló sobre cómo una mujer en una relación puede caer en darlo todo y no ver dónde comienza el maltrato. Y se habló de algo muy importante: ellos son socialmente adaptados. Son el señor que ves tan amable en el ascensor o en la panadería.

Donald Sutherland, que está soberbio, le dice a su hija Grace/Nicole, en un momento de la serie algo así como: “Tú siempre sabes ver a la gente a la legua, eres muy lista para eso (ella es una eminente psicoanalista) y esto ¿tan ciega estás que no ves?” Vemos lo que nos encaja ver. No vemos venir porque estamos inmersas.

Lo más espeluznante de estos casos no es el crimen en sí, sino la saña con la que se cometen y sobre todo la sangre fría con la que intentan escapar de ser acusados cuando ya todo en sus vidas va cuesta abajo. The undoing es la perdición, la caída, la ruina de alguien o algo. El abogado y profesor de la UV escapó por una ventana para despistar y se inventó un supuesto robo... Su novia no fue encontrada hasta el día siguiente.

¡No hay ningún tipo de sufrimiento por el daño ajeno, no hay arrepentimiento! Es todo cuanto debemos recordar que es así, sin intentar entenderlo.

El 016 es el teléfono para las víctimas. El 112 para los testigos de algo que vemos cerca y que no nos cuadra.

Fingiré que no te has ido

  FINGIRÉ QUE NO TE HAS IDO Cuando me levante de madrugada buscando sacudir algún miedo que quedó enredado entre las sábanas. Cuando el...