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Sunday 27 March 2022

Tenemos nuestras manos

“Arrebolicá” es como me siento estos días. Y ahora, para arreglarlo, se cambia la hora y estoy como esperando abril. Esto promete.

Llegué el jueves por la mañana a mi escuela a primera hora y me encontré con un montón de mujeres jóvenes en torno a la gran mesa de entrada. No sabían hablar español y solamente un poco inglés. Caí en la cuenta de que eran las muchachas refugiadas que quieren aprender español. Me impactó ver tantas ellas y tan jóvenes.

Vengo de la nube roja sahariana y de acabar celebrando San Patricio con un sabor un tanto agridulce. Estuvimos degustando una Guinness cake y no sé en qué momento acabamos hablando de la Irish Potato Famine, a partir de un vídeo infantil que contaba con detalle cómo casi un cuarto de la población irlandesa falleció o emigró entre 1845 y 1852.

Todo tiene su contrapartida. No celebramos por celebrar. Se celebra porque se salió adelante. Por el camino, quedó mucha gente de todas las edades.

Con las lluvias rojas torrenciales del Sáhara, que parecen reivindicar el terrible olvido del pueblo saharaui durante esta primavera que arranca, retomo el transporte público. Observo que los refugiados están por toda la ciudad: una joven fuma sentada en las escaleras de una antigua caja de ahorros. Dos mujeres empujan carritos de bebé.

Siento cierta opresión en el pecho. Me angustia pensar en esas otras realidades que exploro con el rabillo del ojo en algún punto ciego de mi limitado campo visual.

Por la tarde, una chica extranjera me arregla el pelo encrespado por la lluvia y áspero por la tierra con una ilusión que me sorprende. “No es necesario que te molestes tanto”, le digo. Ella se sonríe y me contagia su buen humor. Me desborda imaginarme el calado del sufrimiento ajeno y admiro su entrega. Para respetar, primero hay que admirar, dice en una entrevista para la radio Joaquin Araujo, presentando un libro con un título tan sugerente como Somos agua que piensa. Si, para respetar, hay que admirar primero. Y eso es aplicable al planeta, al agua, y a todo ser vivo y humano de nuestro entorno.

La leyenda del azucarillo del café con leche del viernes, el regalo de una semana tan arrebolicada, me pone en mi sitio: “No tenemos en nuestras manos la solución a los problemas del mundo, pero ante los problemas del mundo, tenemos nuestras manos”. La preciada humanidad de oro de 24 quilates de la madre Teresa.

Decido con naturalidad y con sentido muy práctico implicarme en las clases de conversación de español que se van a organizar. Sin agobios. Aunque parezca poco, cualquier poco es algo, y cuenta.



Sunday 13 March 2022

Mis pequeños tesoros

 No son grandes, no son espectaculares. Son cosas mías. Tengo una colección de lapiceritos que eran de papá. A él le gustaba llevar en el bolsillo siempre un lapicero, de estos que vas apurando y apurando hasta que parece casi imposible que aún se le pueda sacar punta. Tenía un alumno al que también le gustaba llevar un lapicero así. Siempre le ofrecía un lápiz nuevo. Me decía que no, que prefería su minilápiz. Será cosa de hombres, como lo del pañuelo blanco bordado con la inicial.

Me encontré un montón de lapiceritos en un cajón de su habitación, y antes de que nadie se deshiciera de ellos pensando que no tenían valor, los guardé como uno de mis pequeños grandes tesoros. Escribir con un lapicero es muy agradable. Puedes escribir hasta dentro de la cama. Con un bolígrafo es más difícil, se interrumpe la tinta si lo inclinas. Con un lápiz no ocurre eso.

Anoche estuvimos viendo “Fabian”, una miniserie de dos episodios que se acaba de estrenar en Filmin y que se había presentado como película de tres horas en el festival de Berlín. Retrata el espíritu decadente que anticipó la llegada del horror nazi. El chico quería escribir una novela y sacaba su libretita con un lapicero y anotaba con letra muy pequeña. Así también, con letrita diminuta, estaban escritos los diarios de Eliseo Gómez Serrano, el maestro valenciano que se implicó con pasión en la renovación pedagógica de la república: fue concejal de Alicante y diputado de las cortes. El escribió unos Diarios que custodia el Archivo de la democracia de la Universidad de Alicante que son impresionantes, por esa constancia de continuar con sus sentimientos, con sus ideas ante las circunstancias que le sobrevinieron, como si supiese que nos iban a llegar como así ha sido.

En la madrugada del cinco de mayo de 1939, don Eliseo fue fusilado junto a otros nueve condenados, vecinos de Catral, Almoradí y Elche, jornaleros en su mayoría. No cabe duda de que la aparición de la noticia de la ejecución de la sentencia en la Hoja Oficial de Alicante, en la que su nombre encabezaba la lista de los fusilados, debió de causar una enorme impresión en la ciudad y marcar claramente, desde el principio, las severísimas condiciones de la represión (Francisco Moreno Sáez en https://memoriarecuperada.ua.es/memoriarecuperada_v1/represion/semblanzas/semblanza-eliseo-gomez-serrano/index.html)

En realidad, volcar las propias ideas por escrito en un diario es algo muy antiguo. Ahora la psicología lo llama “journaling”: anotar día a día pensamientos, deseos, miedos, esperanzas. Te recomiendan que sea un momento concreto del día y que con diez minutos es suficiente. Te ayuda a organizar la mente y resolver los problemas a través de la escritura.

Durante la pandemia, estuve rellenando mis libretas con letra apretujada. Hoy, domingo 13 de marzo se cumple el segundo aniversario del confinamiento. Ayer estuve revisando una de aquellas libretas.

Día 32 del confinamiento – Ha venido una nube negra a posarse en mi cabeza. Se ha instalado justo delante de mis ojos y me cuesta ver siquiera un rayito de luz. A mis ojos les duele la luz. Respiro más sosegada que ayer, pero la nube insiste en desplazarse conmigo a la cocina, al aseo, a la ventana, a las escaleras. No me deja tregua. Con una miga de pan he amasado una nube. La he amasado más de la cuenta hasta que ha quedado de color gris sucio y se la he puesto a un muñeco pinypon en la cabeza para imaginarme qué es lo que se siente con eso en la cabeza. El muñequito ha avanzado unos centimetros hasta llegar al microondas y ha estado a punto de caerse por la esquina del calentador...

«¿Tiene el mundo todavía algún talento para la decencia?», le pregunta el joven Jakob Fabian a su casera al principio de la serie. Yo me preguntaba durante esos días de confinamiento, y me lo sigo preguntando, si la decencia es algo que ya no existe. Fabian era un poco cínico. Yo soy más dramática e incrédula. A veces siento que todos somos un tanto extraños para nosotros mismos desde aquellos sucesos que nos comenzaron a acontecer aquel viernes 13 de marzo de 2020. Y si no, ¿qué hacía yo representándome en un Pinypon vagando por la encimera de mi propia cocina?




Sunday 6 March 2022

LA FALTA DE ESCRÚPULOS

Debería levantarse un clamor en el mundo para detener la falta de escrúpulos de los medios de comunicación, de los representantes políticos y los gobiernos mundiales, de los que se creen que están en una película jugando a la guerra. Y esa inmensa ola, que arrasaría con tanta porquería limpiando el planeta y dejándonos respirar sin ahogarnos en lágrimas, tendría un alto componente femenino.

Detrás de cada canalla hay un “picha floja” que solamente embravuconándose se cree algo. Estamos hartos de verlo. Los hombres de buen fondo – como las mujeres buenas –no necesitan demostrar nada para creerse algo.

Durante los dos años de pandemia he aprendido a desengancharme de las noticias. Me ha costado lo suyo, no creas, pero ha merecido la pena. Me ha venido muy bien apagar la tele y quedarme estas últimas semanas accidentalmente sin radio. Eso no quiere decir que no me entere de las cosas. De lo más importante siempre te enteras. Lo que me ha dado es espacio y autonomía para acceder a lo que quiera saber. La información la elijo yo, la filtro y la proceso yo. Ya nos manipulan bastante.

Me sorprendió leer la semana pasada la entrevista que Melinda Gates ha concedido tras su separación a CBS Mornings. Por lo visto, Bill se iba de putas con Jeffrey Epstein, que no es una amistad recomendable ahora mismo, ¡desde luego! Me alegro de que Melinda haya espabilado y se haya atrevido a dar ese paso. También, interesada por el enemigo público número uno Putin, estuve revisando unas fotografías de su exmujer, que tras separarse se casó con un chico 21 años más joven que ella. ¡Y ahí está el despechado cornudo de don Friolera, amenazando a todo quisque con los labios apretados, convirtiendo preciosas ciudades en enormes ceniceros! Bueno, es verdad, ahora tiene una novia treintañera, antigua campeona olímpica de gimnasia rítmica.

Esto no es un juego. Una imagen que he visto en varios sitios: un par de mujeres vistiendo un plumas parecido al que tengo, con una bolsa de plástico cada una donde habrán recogido lo poco que les han dejado salvar de sus vidas. Esta imagen ya la pude ver el pasado verano: la gente huía despavorida de un volcán. Ahora, esas otras mujeres caminan con sus hijos hacia una frontera donde les están esperando las mafias que las prostituirán, las mismas que están traficando con los niños. Quizá han dejado atrás a hijos jóvenes o a sus maridos. Nosotras lloramos impotentes desde el mundo privilegiado viéndonos en ellas.

Denunciamos: NO os interesa la paz. Primero, necesitáis destruir y conmover al mundo, regar el campo de sangre joven, causar dolor hasta la locura. ¡Malditos bastardos! Exigimos que os sentéis a parar esta guerra. Esta y las otras cincuenta que existen ahora mismo en el planeta.


Las oraciones y ayudas son importantes, pero no son suficiente. Esto es insoportable. Esos hombres, estos dirigentes, están incapacitados para gobernar. Como esos niños crueles que se fueron a la acequia a ahogar una camada de perritos recién nacidos. Se sentían algo. Tenían once años. Estaban locos.



Fingiré que no te has ido

  FINGIRÉ QUE NO TE HAS IDO Cuando me levante de madrugada buscando sacudir algún miedo que quedó enredado entre las sábanas. Cuando el...