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Sunday 30 January 2022

La placita de Joe Strummer - “Oh mi corazón”

Desde que imprimí los billetes de autobús y empecé a ver el viaje a Granada más cerca, lo primero que pensé fue en ir a conocer la placita que se construyó en homenaje al cantante de The Clash, adorado Joe Strummer, que hace casi diez años que se fue antes de tiempo por un problema de corazón por lo visto genético que no se le había detectado anteriormente. El grupo estaba prendado de Andalucía, no me extraña, y se hicieron embajadores de Spanish songs, in Granada, oh mi corazón.

La calle Colcha, la calle Zacatín, la calle Navas, la calle Tablas, la cuesta de las Arremangadas, la de las Recogidas, la calle Silencio, la calle del Beso, la placeta de la Miga, los miradores... Rincones llenos de calles estrechas y serpenteantes repletas de cuentos, romance y leyendas. Un paseo muy temprano con el frío pellizcándonos la cara y el pensamiento del aroma de los magnolios de la plaza del Carmen donde dicen que han anidado los mirlos El cafelito con churros en Bibrambla y el corazón henchido de pasión por un lugar tan hermoso: el de la juventud.

Atrapada en un encantamiento, escucho el murmullo del agua incesante que mana del chorrito de la fuente junto a la mesa donde los recuerdos saben a gloria: las alcachofitas con jamón bañadas en Jerez, la ensalada de langostinos, el mango y las flores amarillas dejando un rastro de primavera anticipada. Arroz negro y bizcocho de avellana con chocolate caliente.

A partir de ahora, solo quiero disfrutar de los sentidos me dice mi amiga de los años 80 detrás de unas gafas de sol de diseño que sepa Dios lo que cuestan.

  Royal Bliss, collarín rojo, berry sensations.

En lo alto, al final de la calle Vistillas de los Ángeles, se yergue la placeta de Joe Strummer. Es pequeña, muy sencilla y más bonita si cabe de lo que me dijeron las fotografías. Parece que sobrevoláramos el parque de las Palmas mientras la hora dorada del crepúsculo envuelve la tarde en un misterio ¡que sigue siendo punk! A un lado, un edificio cuyas ventanas y puertas están selladas con ladrillos para que no entren los okupas junto a una casa llena de grafittis.

—Llegaron a las Alpujarras y la gente salía fuera de las casas para verlos comer platos de huevos fritos con patatas. Decían que nunca habían visto a nadie comer con tanta hambre como aquellos chicos ingleses que devoraban los platos como si no hubiera mañana mi amiga me dice muerta de la risa. 

Nos miramos y sonreímos. Ha pasado tanto tiempo y seguimos atrapadas en aquella perfecta edad de la inocencia. ¡Cómo nos emociona tener un lugar donde reconocernos!




Saturday 22 January 2022

El embrujo de València: La llama de la soledad de Avelina Chinchilla

         Hoy por fin soplo con todas mis fuerzas para apagar la llama de la soledad” (p. 164)

La imagen de la portada del libro es la silueta de una estilizada figura femenina con un moño bajo que me recuerda a una fallera viendo el Hemisfèric, que parece arder a lo lejos como una falla. El fuego está también presente en la imagen de una hoguera en la contraportada. El ritual del fuego en València, la ciudad de la luz por excelencia a orillas del Mediterráneo, representa la oportunidad de cambio, la renovación. La escritora Avelina Chinchilla sitúa a su protagonista, Sandra Rojas, escritora como ella a pesar de no ser exactamente un alter ego como nos confesó ayer en la presentación de la novela, en el escenario de su ciudad natal con una naturalidad que el lector/a siente no podía ser de otra manera. Las dos: Avelina, escritora y Sandra, protagonista/escritora, pertenecen a ese mundo, se han criado allí. Por eso conocen muy de cerca aspectos que vertebran la identidad de esa ciudad y que enmarcan las referencias temporales clave en la historia: el desafortunado accidente de metro, que tuvo lugar en julio de 2006, y el fenómeno de la corrupción de los cargos políticos y las instituciones, que alcanzó su punto álgido en 2016.

    La novela La llama de la soledad, editada por Rubric (2021) es una historia de superación de traumas pasados. Nos habla de la necesidad de reconciliarnos con nosotros mismos además de con la familia y con el entorno más cercano, después de un ejercicio de introspección, de búsqueda interior de los errores cometidos que han ido dejando heridas (“Me sentía vacía por dentro”, página 33) y que han abocado a moldear una personalidad difícil y la forma en que todo este peso con el que carga hace que perciba la existencia.

    En la presentación de la obra en la Biblioteca Pública de Sant Joan d'Alacant ayer viernes 21 de enero de 2022, Esther Donate, concejala de cultura, seleccionó y leyó en voz alta uno de los momentos más importantes de la novela, que me parece relevante rememorar:

¿Pero sabes qué pasa cuando tocas fondo?Que el suelo es algo sólido. En realidad, muy sólido y no te permite caer más abajo por mucho que ese sea tu deseo. El suelo, aunque sea el de la cripta más profunda que te puedas imaginar, constituye un apoyo firme sobre el que volver a ponerte en pie. Eso es lo que me ocurrió una mañana en la que por primera vez después de mucho tiempo me atreví a mirarme desnuda en el espejo. Me enfrenté por fin a la imagen de la que llevaba huyendo toda mi vida. No fue fácil. Nada se interponía entre nosotras y fui capaz de vislumbrar la ruina física en la que me había convertido. […]...Me metí en la ducha y mis lágrimas se mezclaron con el agua. Me salieron todas las que había retenido a lo largo de mi vida. Lloré con todas mis fuerzas para dejar atrás la pérdida de papá, la de Elena, la ruptura con Carlos, la muerte de Ricky y no sé cuántos malos momentos más que tenía atravesados en medio del alma y que no me dejaban respirar [...]Dejé que arrastrara todo lo malo que había en mí, hasta sentirme pura, con una lucidez que no recordaba haber sentido jamás. Cuando un frío glacial me hizo volver en mí, sentí que una nueva Sandra, más valiente, más noble y más capaz, había renacido en mí y supe que podría superar todas las dificultades que tenía por delante.” (págs. 160-161)

    “Sabes que yo me hice escritora por Carmen, quiero decir por Carmen Martín Gaite” (p. 163) Y como Carmen, Avelina escribe con un estilo cercano de corte realista en una prosa sencilla y precisa, donde existen saltos temporales, flash-backs, hacia el pasado. Asimismo, en esta obra es clave el uso que hace con gran acierto del monólogo interior para hacer disgresiones. La escritora Sandra Rojas, protagonista de La llama de la soledad, habla con su madre, que está ingresada en la UCI, entablando un supuesto diálogo que no es sino la conversación que le hubiera gustado mantener con ella en la que se sincera consigo misma, confrontando así todas las dudas e incertidumbres que tiene con respecto a su vida. Como médica jubilada, Avelina Chinchilla conoce muy de cerca el paso de los pacientes por los hospitales. Recuerdo muy bien un impactante relato suyo titulado “Cautiva” (2018), que se desarrolla también en un hospital.

    Avelina Chinchilla es una escritora muy familiar, de valores tan sólidos como su prosa, que reivindica desde su actividad literaria la presencia de autoras y personajes femeninos en sus textos. Como le dice Sandra a su madre tras salir del hospital: “Has luchado como una jabata” (pág. 165) Gracias, Avelina, por regalarnos a un personaje femenino como Sandra Rojas, que lejos de ser pusilánime, ha demostrado tener mucho coraje, y del que nos quedamos con una sensación de conocerla como si la tuviésemos delante de nosotras, con todas sus debilidades y fortalezas, para recordarnos que es posible sostener y reparar el pasado. Seguiremos de cerca a la autora disfrutando con sus textos.



La llama de la soledad (avelinachinchilla.com) puede adquirirse en La Casa del Libro y el Corte Inglés.


Sunday 16 January 2022

Las flores nos recuerdan que es necesaria la lluvia: la Isla de Nad(i)a

 


Al contrario que Ulises, quien desembarcó en Ítaca disfrazado de mendigo para después recuperar su trono de rey, yo arribé a mi Ítaca sintiéndome reina (al menos de mí misma) y acabé convertida en una patética mendiga. (p. 231, Jacqueline Cruz, Todas las Islas la Isla. Circulo Rojo: 2021)

El ostracismo en la Antigua Grecia era el destierro al que se condenaba a los ciudadanos que no se consideraban aptos para la soberanía popular. Este destierro, que podía ser por un periodo de diez años o bien permanente, era un terrible castigo.

Nad(i)a, la protagonista de la novela Todas las Islas la Isla de Jacqueline Cruz, vive la des(a)ventura del exilio y como absoluta heroína de la historia (héroa errante salvada de cien naufragios p. 21) se convierte en símbolo de sentimientos humanos universales en momentos adversos de nuestra existencia.

Las islas evocan lugares paradisíacos separados del mundo. La Isla es el “finis terrae”, el final de la tierra firme. A las islas no se llega fácilmente, sino que es necesario un peligroso viaje y, con él, una iniciación. El tierno y a la vez brutal relato de Nad(i)a es el de una persona que va cayendo y repiensa el tema del exilio (ese absurdo aislamiento voluntario en su caso) con todas sus interrogantes. Ella es una auténtica Hikikomori, autorecluida en una interminable espiral descendente tras lo que considera ha sido una derrota detrás de otra en su vida. Estamos ante un viaje orfeico a los infiernos en el que la Isla se convierte en el doloroso espejo de la desolación interior de la protagonista. Afortunadamente, el viaje culmina con el retorno a Tierra Firme y entonces sentimos, como los peces cuando suben a la superficie, una bocanada de oxígeno que nos repone emocionalmente.

Estamos ante una novela con una riqueza lingüística extraordinaria que se mueve en registros extremos de formalidad (abundancia de citas) e informalidad. Desde la creatividad y el juego exploratorio de la vis cómica que proporciona el lenguaje hasta la transgresión de la forma, la lectura es pura (re)creación y desafío. Son innumerables los vocablos que se inventa la protagonista, todos ellos ingeniosos y a veces delirantes e hilarantes: el Bion, aparato v(i)olador para referirse al avión, alopior es cierto, besObeso, al vesre, la ordalía de buRRocracia, Ando entre psaa y puag, la absurdidez, y porsupós, Nochemala, el inv(f)ierno, valga la rebuznancia, no te eXtreXes demasiado, miles de sorries, besotriste, mi pluriempleo deXquiciante, una conspiración de Murphies vengadores, vive-la-berza... y así podría continuar durante diez o doce líneas más. Conozco a muy contadas personas con esa capacidad de jugar con el lenguaje como si fuese plastilina, con el poder de acuñar términos propios rabiosamente expresivos: mi madre habla del cronovirus y las perres por más que haya escuchado la palabra correcta una y mil veces, y esa parte lúdica, creativa y personal del lenguaje es realmente maravillosa.

En cuanto a la forma, la innovación se produce a distintos niveles: la correspondencia epistolar por correo electrónico donde introduce el recurso de tachar líneas enteras de texto y de esa forma hacer que nos interesemos (al menos en mi caso) casi más por lo que quiere decir pero no dice, o bien contrastemos en qué se queda lo que quería decir y dijo en un ejercicio también divertido para el lector/a. Asimismo, la autora innova con el lenguaje inclusivo optando por utilizar indistintamente masculinos o femeninos genéricos, recurso que supone una relación activa y juguetona de los lectoras con el lenguaje en el texto.

El momento de epifanía para Nad(i)a se produce después de un mes de desconexión, en un escenario distinto, tras estar muchas horas contemplando el mar y se relata en forma de guión cinematográfico, de forma que las imágenes ayudan a rememorar la experiencia con más vividez, recurso que es resulta ciertamente novedoso.

La novela supone un homenaje a los autores de la vanguardia canaria que la doctora Cruz, que tiene una reconocida trayectoria académica e investigadora, conoce muy de cerca: su tesis se publicó como libro. Sus numerosos artículos, colaboraciones y traducciones, publicadas tanto en inglés como en español, están accesibles desde Google Académico.

Con objeto de romper con el canon masculino, me gustaría mencionar a la poeta canaria Alba Sabina Pérez. Creo que el comienzo de su poema Manual de autoayuda puede ayudar a hacernos sentir más fuertes. 

                                         MANUAL DE AUTOAYUDA


Espero a que sean las doce
para que abran el bar
y lamentar allí
sin atropellos, sin excusas,
que los últimos días de mi vida
están siendo felices. 
 
Me hablo a mí misma:
Cálmate y bebe agua,
sal de ti y deja de mirarte,
entiende tus presagios,
aprende a pasear
sin contagiarte del color del suelo,
haz las tareas,
habla con propiedad,
exígete desobedecerte,
y que se te cuente
que has llegado aquí
y este lugar es una guerra
pero también
un trazo de tiza en el mar. [...]

Felicitar a Jacqueline Cruz por su admirable ejercicio personal y literario que no nos deja impasibles y desearle muchos (pre)teXtos para que nos siga deleitando con sus teXtos.

Thursday 6 January 2022

Pájaros de barro en jaulas de cristal: la mirada lúcida de Bego Torregrosa

Hace tiempo que no leía un libro de relatos de un tirón disfrutando tanto como me ha ocurrido con Mensaje en un jersey de rayas, de la autora alicantina Bego Torregrosa, publicado por la editorial madrileña Adeshoras. No me extraña que la autora dirija una Escuela de escritura creativa en Alicante, porque está claro que sabe fabular como nadie. Sus relatos se sustentan en historias muy bien construidas donde los personajes no tienen en ocasiones nombre porque ni lo necesitan: las historias son lo que permanece, enredadas en la imaginación durante mucho tiempo después de haberlas leído, y eso es lo que de verdad cuenta.

    Los relatos que aparecen en este libro parten del necesario puente entre el mundo interno de los pensamientos y sentimientos de los protagonistas, por un lado, y el mundo de las acciones y las situaciones que viven, por otro. De esta forma, constituyen para el lector un momento de búsqueda donde queda el espacio necesario para poder construir posibles significados, como la buena narrativa.

    A veces pienso en nuestra existencia como pájaros en una jaula cuya puerta está entornada. Ante nuestra terrible desesperación, no vemos ninguna posible salida. Suponemos que el pájaro buscará, por naturaleza, los espacios abiertos. Sin embargo, los pájaros, convertidos en jaulas, como dice Pizarnik, pueden llegar a devorar nuestras esperanzas. Las jaulas están por todas partes.

    «Hago pájaros de barro y los echo a volar»

    La vida es para todos nosotros un cuento, un relato, una narración construida por la memoria. Desde que aprendemos a manejarnos con las primeras palabras, como seres humanos, necesitamos las historias de forma compulsiva. El legado de la buena literatura, el verdadero gozo, no es el mero divertimento, sino el hecho de confrontar al lector con decisiones que le inquietan, con personajes que se interiorizan como modelos humanos, con apreciaciones que cuesta ver de primeras. Por eso el guiño al lector y el humor son tan necesarios y la autora sabe usarlos con gran maestría (“Trabajo de campo”, “Jardinería”)

    Una paloma en una caja de zapatos puede representar el anhelo de un niño de salir de una situación insostenible que no sabe cómo expresar y que tiene que ver con las discusiones de sus padres (“Volar”). La infancia, los malos tratos, la difícil gestión de las emociones cuando vemos el mundo de arriba de los adultos desde abajo, se encuentra descrita con gran dulzura no exenta de dolor (“Tie break”) y siempre en relación a trasfondos muy particulares (“Ir solo”). Cómo las relaciones pueden convertirse en jaulas, desde la rutina, el final del amor (“Dónde estás, amor”), el dolor auténticamente físico que llega a producir la infidelidad del otro (“No hay nada”) o la anticipación de cómo va a ser la recuperación emocional del otro visto desde la mirada de nuestra ausencia (“Mensaje en un jersey de rayas”).

    El estilo limpio e impecable en el que están escritos los cuentos de este volumen me recuerda a los grandes maestros italianos del cuento del siglo XX como Alberto Moravia e Italo Calvino, por citar los dos primeros que me vienen ahora mismo a la cabeza. Si tuviera que elegir un relato de entre los trece que conforman Mensaje en un jersey de rayas así, a bote pronto, como se dice por estas tierras de Levante, sería algo muy de la terreta: “Mojama”. Lo leí sentada en un banco en un parque infantil donde unos niños jugaban y recuerdo que reí y lloré en la misma medida. Me pareció muy entrañable.

    Bego Torregrosa, eres una excepcional contadora de historias. Una súplica: «No dejes de seguir contándonos cuentos porque los necesitamos ahora más que nunca».

    


Mensaje en un jersey de rayas se puede encontrar en la Casa del Libro de Alicante.




Fingiré que no te has ido

  FINGIRÉ QUE NO TE HAS IDO Cuando me levante de madrugada buscando sacudir algún miedo que quedó enredado entre las sábanas. Cuando el...