Dicen de Calles que es el pueblo más bonito de España. Y yo no lo voy a poner en duda. Un pueblo chiquitito en La Serranía, entre Valencia y Ademuz. En una de las orillas del rio Tuéjar, al que se accede por un viaducto, y con muy poquitos habitantes. Un lugar precioso.
La protagonista de esta historia se llama Amparo y vivió en Calles. Ella bordó una toalla con todo el amor que sintió por José, su padre, al que visitaba cuando estaba preso. Mari Carmen atesora esa toalla como recuerdo del amor por sus abuelos, que vivieron la represión del franquismo.
Conocí a Mari Carmen el pasado 5 de mayo en la Fira del Llibre de València. Ella buscaba otra lectura, pero acabamos charlando y enseguida conectamos. Cuando me envió la foto de la toalla y me contó hasta donde sabe de esas historias, me pareció importante escribir sobre ello. Estamos en campaña electoral y no podemos retroceder en materia de Memoria histórica. Alberto I el derogador ya ha anunciado que será de las primeras cosas que va a hacer: derogar la Ley de Memoria Democrática que tanto tiempo ha costado sacar adelante. Nosotras hemos pensado en inspirar a votar en otro sentido contando la historia de Amparo, y no porque seamos militantes de extrema izquierda o gente peligrosa, sino porque el recuerdo de todas esas familias represaliadas por el franquismo bien lo merece. Ese es el camino que debe de seguir este país. Como mujeres y nietas de familias que sufrieron mucho, queremos tener el espacio para honrar la dignidad de esos abuelos y abuelas y sentimos que tenemos pleno derecho a ello.
Ahí está Amparo, que dio a luz en casa ayudada por su madre y sus hermanas porque como era roja no pudo tener atención médica, que visitaba a su padre en la cárcel recién parida para que el abuelo pudiera conocer a su nieto, y que estuvo bordando una toalla donde, camuflada entre el jarrón y las flores, quiso bordar una bandera republicana, símbolo de los ideales por los que había luchado su padre y que estaban siendo perseguidos. El abuelo se tatuó el brazo para que no se vieran unos números marcados. Ella recuerda el brazo tatuado. Nadie le dijo dónde estaba la cárcel.
Para Mari Carmen y para mí, ese bordado significa el tesón de vivir y el objeto que resume los vínculos de amor infinito que las dos sentimos. Estamos preocupadas, como muchísimos españoles y españolas, por el avance del discurso de odio que lo va impregnando todo y que hace que el estómago se nos vuelva del revés.
Hoy la animo y os animo a seguir juntando fuerzas para defender la verdadera democracia.
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