Acabar el domingo de Ramos hablando de pornografía femenina seguro que no es una buena idea. Así que lo intentaré hacer con la mayor elegancia posible.
Todo comenzó un lunes lluvioso en que decidí coger el transporte público para desplazarme al trabajo. No suelo estar pendiente de lo que hace la gente a mi alrededor. Al contrario, me encanta viajar de pie apoyada en la barandilla del rellano habilitado para las sillas de ruedas. Y mirar por los ventanales hacia la calle. Podría estar así muchas horas.
Ese lunes observaba que en el autobús de línea todo el mundo estaba atento a los móviles. «Siempre puedes aprovechar para ver una serie – pensaba yo- como la chica que está sentada» .Sin que me resultara difícil, pude ver la pantalla de su teléfono por encima del hombro. En la imagen de la pantalla, un evento en un jardín al aire libre mientras se descorcha una botella de champán. La escena parecía rodada con un dron; desde lo alto, el champán alcanzando las nubes. «Será una serie de época», pensé. Seguidamente, una imagen de bombero muy cachas con un extintor de incendios,.«Será el 11M» pensé, extrañándome el súbito cambio de escena desde el dron, celebrando con el champán descorchado, hacia un incendio. Y ya la siguiente escena, dos en la cama. Jo, con qué rapidez cambia esta serie de escenas. Y los dos, muy desnudos, saltando de forma arrebatada en la cama. A ver, a ver, esto está durando más de lo normal. No puede ser. Son las ocho y veinte de la mañana. Es un lunes. Qué ganas, sí, qué ganas de ver porno en el autobús urbano. Y emito una carcajada que resuena dentro de mi cabeza. ¡La verdad es que no me lo esperaba!
Qué difícil resulta hablar de la muerte de la actriz porno Raven Alexis a los 35. La causa: la enfermedad de Crohn, una reacción autoinmune del propio organismo. Consiste en la inflamación del tracto digestivo. Era una chica muy bonita. Y superdotada. Una geek, una friki de la informática. Fanática de los videojuegos, sobre todo del World of Warcraft. Seguidora de Star Trek, también se dedicaba al ensamble y modding de ordenadores, que es algo así como modificar (viene de modify) estética o funcionalmente las partes de un ordenador. Sí, me resulta difícil entender que quisiera ser actriz de cine porno y entonces me digo que soy una mojigata, que sea lo que le de la gana. Y pienso en Hedy Lamarr y en la biografía de su vida Ectasy and me, que con ese título parece una apología del MDMA o éxtasis. Los misterios del orgasmo femenino. ¿Por qué una belleza de mujer superdotada con un pedazo de carrera decide hacer películas de medio pelo o dedicarse a un mundo tan cutre como el cine porno? ¿Y por qué me afecta a mí que lo hagan?. Porque al final, por muy superdotadas que sean, no son listas, que no, muy listas no son, creo yo. Parecen querer ser lo que la misma Hedy criticaba del trato que le daba su propio marido, al que dejó tirado después de haberle robado todas las joyas: muñecas, cosas, sin vida propia. Y eso, en cierto modo, siendo mujer, me cabrea.
I was like a doll. I was like a thing, some object of art which had to be guarded—and imprisoned—having no mind, no life of its own [fuente: Rhodes, Richard. Hedy's Folly (New York: Doubleday, 2011): 28-29]
En 1926 el psicólogo Lewis Termin decidió estudiar a un grupo de niños superdotados, muchos con más de 170 de CI, que fueron conocidos como los Termitas. No, no son los más felices. Tampoco son capaces de tomar decisiones sabias porque por lo general tienden a tener un "punto ciego de la parcialidad", que no, que no son los más listos. Ni ellos, ni ellas.
Al final, me quedo con el éxtasis de poder ver a Sweet Emma Barret tocando el piano y cantando en una tarde de domingo de Ramos. ¡Es maravillosa! Esto debe de ser algo parecido a la mordida erótica de la primavera.
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