"Truth is the daughter of
time”. Con este antiguo proverbio como leitmotiv, la autora Josephine Tey construye una extraordinaria novela de misterio
en torno al personaje histórico de Ricardo III. En realidad, The daughter of time es una historia de
suspense que se desarrolla en la habitación de un hospital en los años
cincuenta durante la convalecencia de Alan Grant, inspector de Scotland Yard.
A lo largo de ese tiempo de rutina hospitalaria y con objeto de vencer el
aburrimiento, su amiga Marta, ingeniosa actriz teatral, le propone explorar algunas
fotografías y retratos. Alan es muy buen fisonomista, le gustan los rostros de
las personas porque desde la observación de sus rasgos ellos es capaz de captar la personalidad e incluso matices de carácter. Alan elige una lámina que es réplica de un retrato del rey Ricardo III que está en el museo británico. A partir de ahí el inspector comienza a intuir que la versión que existe en el imaginario colectivo sobre el monarca como un ser jorobado, cruel y sin escrúpulos es fruto de la las
mentiras que han circulado durante siglos a partir
de la discutible descripción de hechos de Tomás Moro que inspiró a su vez a Shakespeare en su
tragedia The Life and Death of King
Richard III, sobre el último rey de la casa de los York.
Que wikipedia hable de la
escritora como la mayor las tres hijas de un frutero es bastante desconcertante.
No obstante, mayor desconcierto produce leer que
Elizabeth, habiendo ejercido como profesora de educación física en distintos
centros educativos de Irlanda e Inglaterra, a partir de 1926 fijara su residencia en Inverness,
lugar donde había nacido, con objeto de cuidar de su padre. Afortunadamente gracias a este hecho parece ser que la autora decidió dedicarse por completo a escribir. La novela The
daughter of time (1951) fue la última que escribió. Elizabeth murió
antes de tiempo después de una penosa enfermedad, y eso nos
hace pensar en esta mujer extraordinariamente inteligente postrada en la
habitación del hospital observando con peculiar sentido del humor a las
enfermeras y recibiendo las visitas reales o imaginarias de personajes tan divertidos como la
aguda Marta y el concienzudo Brent Carradine. Este último, un joven norteamericano que ha viajado a Inglaterra por amor y pasa las horas muertas en el museo británico, va
a ayudar al inspector de policía en la búsqueda de la verdad sobre el supuesto asesinato por parte de
Ricardo III de sus dos sobrinos. Esta gran mentira que figura en los libros de historia se construyó como propaganda de los Tudor con objeto de desprestigiar al último miembro de la dinastía de los Plantagenet y es desarticulada paulatinamente a través de originales diálogos donde se van conociendo los hallazgos de la misma forma en la que se desenmascara un crimen.
¿Cómo y quién construye la
historia? La versión oficial de muchos hechos históricos que
prevalecen en el imaginario colectivo ¿a quién beneficia? Este es un
planteamiento que hay que hacerse de continuo y que constituye la base crítica
sobre la cual enfrentarse al curso de la historia. En una época en la que las fake news parecen tener una fuerza de
convicción incomprensible, presentar claramente de qué forma puede tergiversarse
la realidad para conseguir unos beneficios concretos nos está ayudando a ser
críticos y no creer a priori la
versión oficial de algunos episodios históricos tal y como nos los han contado.
En septiembre de 2012 se inició
la búsqueda por parte de la universidad de Leicester de los restos del monarca
en unos aparcamientos de la ciudad bajo los cuales se encontraba la iglesia de
Greyfriars. El esqueleto encontrado allí así como los múltiples detalles sobre
la operación ocuparon la atención de los medios en sucesivas ocasiones y
seguramente hubieran sido del interés y deleite por parte de la escritora
Josephine Tey. El cuerpo del que se considera el último rey medieval de
Inglaterra fue finalmente enterrado en marzo de 2016 en la catedral de
Leicester. Long live the King!
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