Hace tiempo que no leía un libro de relatos de un tirón disfrutando tanto como me ha ocurrido con Mensaje en un jersey de rayas, de la autora alicantina Bego Torregrosa, publicado por la editorial madrileña Adeshoras. No me extraña que la autora dirija una Escuela de escritura creativa en Alicante, porque está claro que sabe fabular como nadie. Sus relatos se sustentan en historias muy bien construidas donde los personajes no tienen en ocasiones nombre porque ni lo necesitan: las historias son lo que permanece, enredadas en la imaginación durante mucho tiempo después de haberlas leído, y eso es lo que de verdad cuenta.
Los relatos que aparecen en este libro parten del necesario puente entre el mundo interno de los pensamientos y sentimientos de los protagonistas, por un lado, y el mundo de las acciones y las situaciones que viven, por otro. De esta forma, constituyen para el lector un momento de búsqueda donde queda el espacio necesario para poder construir posibles significados, como la buena narrativa.
A veces pienso en nuestra existencia como pájaros en una jaula cuya puerta está entornada. Ante nuestra terrible desesperación, no vemos ninguna posible salida. Suponemos que el pájaro buscará, por naturaleza, los espacios abiertos. Sin embargo, los pájaros, convertidos en jaulas, como dice Pizarnik, pueden llegar a devorar nuestras esperanzas. Las jaulas están por todas partes.
«Hago pájaros de barro y los echo a volar»
La vida es para todos nosotros un cuento, un relato, una narración construida por la memoria. Desde que aprendemos a manejarnos con las primeras palabras, como seres humanos, necesitamos las historias de forma compulsiva. El legado de la buena literatura, el verdadero gozo, no es el mero divertimento, sino el hecho de confrontar al lector con decisiones que le inquietan, con personajes que se interiorizan como modelos humanos, con apreciaciones que cuesta ver de primeras. Por eso el guiño al lector y el humor son tan necesarios y la autora sabe usarlos con gran maestría (“Trabajo de campo”, “Jardinería”)
Una paloma en una caja de zapatos puede representar el anhelo de un niño de salir de una situación insostenible que no sabe cómo expresar y que tiene que ver con las discusiones de sus padres (“Volar”). La infancia, los malos tratos, la difícil gestión de las emociones cuando vemos el mundo de arriba de los adultos desde abajo, se encuentra descrita con gran dulzura no exenta de dolor (“Tie break”) y siempre en relación a trasfondos muy particulares (“Ir solo”). Cómo las relaciones pueden convertirse en jaulas, desde la rutina, el final del amor (“Dónde estás, amor”), el dolor auténticamente físico que llega a producir la infidelidad del otro (“No hay nada”) o la anticipación de cómo va a ser la recuperación emocional del otro visto desde la mirada de nuestra ausencia (“Mensaje en un jersey de rayas”).
El estilo limpio e impecable en el que están escritos los cuentos de este volumen me recuerda a los grandes maestros italianos del cuento del siglo XX como Alberto Moravia e Italo Calvino, por citar los dos primeros que me vienen ahora mismo a la cabeza. Si tuviera que elegir un relato de entre los trece que conforman Mensaje en un jersey de rayas así, a bote pronto, como se dice por estas tierras de Levante, sería algo muy de la terreta: “Mojama”. Lo leí sentada en un banco en un parque infantil donde unos niños jugaban y recuerdo que reí y lloré en la misma medida. Me pareció muy entrañable.
Bego Torregrosa, eres una excepcional contadora de historias. Una súplica: «No dejes de seguir contándonos cuentos porque los necesitamos ahora más que nunca».
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