Debería levantarse un clamor en el mundo para detener la falta de escrúpulos de los medios de comunicación, de los representantes políticos y los gobiernos mundiales, de los que se creen que están en una película jugando a la guerra. Y esa inmensa ola, que arrasaría con tanta porquería limpiando el planeta y dejándonos respirar sin ahogarnos en lágrimas, tendría un alto componente femenino.
Detrás de cada canalla hay un “picha floja” que solamente embravuconándose se cree algo. Estamos hartos de verlo. Los hombres de buen fondo – como las mujeres buenas –no necesitan demostrar nada para creerse algo.
Durante los dos años de pandemia he aprendido a desengancharme de las noticias. Me ha costado lo suyo, no creas, pero ha merecido la pena. Me ha venido muy bien apagar la tele y quedarme estas últimas semanas accidentalmente sin radio. Eso no quiere decir que no me entere de las cosas. De lo más importante siempre te enteras. Lo que me ha dado es espacio y autonomía para acceder a lo que quiera saber. La información la elijo yo, la filtro y la proceso yo. Ya nos manipulan bastante.
Me sorprendió leer la semana pasada la entrevista que Melinda Gates ha concedido tras su separación a CBS Mornings. Por lo visto, Bill se iba de putas con Jeffrey Epstein, que no es una amistad recomendable ahora mismo, ¡desde luego! Me alegro de que Melinda haya espabilado y se haya atrevido a dar ese paso. También, interesada por el enemigo público número uno Putin, estuve revisando unas fotografías de su exmujer, que tras separarse se casó con un chico 21 años más joven que ella. ¡Y ahí está el despechado cornudo de don Friolera, amenazando a todo quisque con los labios apretados, convirtiendo preciosas ciudades en enormes ceniceros! Bueno, es verdad, ahora tiene una novia treintañera, antigua campeona olímpica de gimnasia rítmica.
Esto no es un juego. Una imagen que he visto en varios sitios: un par de mujeres vistiendo un plumas parecido al que tengo, con una bolsa de plástico cada una donde habrán recogido lo poco que les han dejado salvar de sus vidas. Esta imagen ya la pude ver el pasado verano: la gente huía despavorida de un volcán. Ahora, esas otras mujeres caminan con sus hijos hacia una frontera donde les están esperando las mafias que las prostituirán, las mismas que están traficando con los niños. Quizá han dejado atrás a hijos jóvenes o a sus maridos. Nosotras lloramos impotentes desde el mundo privilegiado viéndonos en ellas.
Denunciamos: NO os interesa la paz. Primero, necesitáis destruir y conmover al mundo, regar el campo de sangre joven, causar dolor hasta la locura. ¡Malditos bastardos! Exigimos que os sentéis a parar esta guerra. Esta y las otras cincuenta que existen ahora mismo en el planeta.
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